domingo, 12 de diciembre de 2010

Enemigos de España


Pasó bastante inadvertido, entre caos aéreo (bueno, caos, caos… en realidad precisamente el espacio aéreo se encontraba digamos que bastante despejado…) y el runrún constante de fondo de la crisis, y aún así me llamaron mucho la atención las declaracions del señor Bono, eminente y reconocido nacionalista (español). En la recepción del día de la Constitución, señaló como “enemigos de España” a los independentistas (“separatistas”, acostumbran a llamarnos, quizá porque la independencia evoque luchas coloniales y un proceso más heroico, como si “separarse” fuese cosa más fácil).


Imagino que después del Rey y del Presidente del Gobierno, el Presidente del Parlamento español debe ser la tercera figura institucional de más importancia del país, motivo por el cual su afirmación (aunque se entienda en un contexto muy concreto y sin que las intenciones vayan a más) me resulta especialmente preocupante. Ser “separatista” es considerado, por uno de los cargos institucionales de mayor rango del país, ser enemigo de España. En fin, a los enemigos de un estado hasta hace no demasiado se los fusilaba sin más. ¿Soy un enemigo de España? ¿Seremos investigados por actividades contra el interés patrio todos los independentistas?


La anécdota no da más de sí y no ha seguido un hilo de contradeclaraciones ni más intenciones que la de hacer un discurso bonito bajo el paraguas inmaculado de la Constitución. Con todo, es muy significativo de parte de esa conciencia española, “conmigo o contra mí”, que ve amenazas y enemigos en todo aquel que no piense igual, lo cual por otro lado me parece lógico, pero… ¿enemigos? ¿Expresiones de este calado son para animar a ilegalizar los partidos democráticos y pacíficos que proponen la independencia de Catalunya? Ahora que el gobierno le coge el gustillo y le puede subir unas decimitas en las encuestas el manu militari exhibido últimamente, ¿también movilizarían al ejército en un supósito rupturista? ¿Son sólo ganas, soñar en voz alta? ¿No se ha ahondado en el tema porque hay otras prioridades mucho más evidentes actualmente? Crisis querida, qué bien nos vas…


Albert

domingo, 5 de diciembre de 2010

De secuestradores suicidas

Y no hablamos de chechenos


Es el notición de este puente y no es que esté ya sobrecomentado, sino que quizá no hay otra noticia en las españas: el secuestro masivo de miles de personas por parte de los controladores aéreos.


Como no quiero añadirme sin más al “leña al mono” y al linchamiento popular que ya está puesto en marcha y seguir, de algún modo, el propósito moderado iniciático de este blog, propongo ya sólo empezar la lectura de dos contrapuntos. El primero, del siempre lúcido portal El Incordio, donde me parece angustiante, como brillantemente se expone, la terrible pérdida de calidad democrática que viene sufriendo occidente de un tiempo a esta parte. El segundo, el propio blog de una controladora aérea, que aun resultando francamente antipática y exagerar notoriamente sus argumentos, también es sano darle una ojeada.


Primero la apología. Por más que las condiciones laborales de este colectivo nos parezcan abusivas o un chantaje a los distintos gobiernos de todo pelaje que ha tenido España, un convenio es (o debería ser) un convenio: un acuerdo entre partes que lógicamente se pretende cumplir. Alterar alguno de sus puntos supone indefectiblemente una negociación entre los dos bandos y las condiciones a las cuales se llegue debería ser ley. ¿Qué hace el gobierno? Pues algo tan sencillo (y tan grave) como atentar contra la seguridad jurídica, esa nebulosa que suena tan bien y que es, ni más ni menos, el último bastión de toda sociedad civilizada. Es decir, podemos tener políticos idiotas y/o corruptos, instituciones decadentes, un paro del mil por cien o un PIB negativo, pero la garantía de la seguridad jurídica es lo que genera confianza, ese valor que tanto escasea en estos tiempos por la Península Ibérica. Pues venga, a dinamitar la confianza movilizando al ejército, que queda muy estadista, muy “no me tiembla el pulso”, muy “he estado a la altura y he hecho lo que tenía que hacer”. Si le sumamos un gobierno que funciona a golpe de estadísticas de popularidad (o a golpes de trancazos de la Merkel y el Directorio Europeo, pero eso es otra historia) y una sociedad que en este momento sería capaz de reunir quinientas mil firmas para enviar a los dos mil controladores aéreos a Guantánamo y que no volviesen, ZP estará que le arden las manos de tanto frotárselas: igual sube algunas decimitas en las encuestas de diciembre y todo.


Y ahora la refutación, que me resulta fácil: nunca podrán despertarme simpatía los imbéciles; el ser idiota, cretino y tonto de remate jamás conseguirá solidarizarme con nadie. ¿Qué demonios esperaban? ¿Una avalancha solidaria? ¿Cómo se puede ser tan estúpido (o creído, o endiosado, a saber) para retener a más de doscientas mil personas en un aeropuerto y que el hecho pase “inadvertido”? El suyo ha sido un acto tan estúpido como delictivo y otra triste prueba que en este país, si puedes joder a cuanta más gente mejor, el éxito del chantaje está asegurado. Les han volado el convenio, fatal. Pero también se han pasado por el forro del escaño el convenio de los maestros de la concertada, por ejemplo, que no tenemos los privilegios de los funcionarios (cosa que me parece perfectamente lógica, no hemos pasado ninguna oposición y somos libres de intentarlo) pero nos ha tocado pringar con los inconvenientes siendo nuestro sueldo recortado igualmente (cosa que ya no me parece tan justa). Se propuso un cierre patronal en Septiembre y se desestimó… ¡por responsabilidad y solidaridad a quienes viven peor la crisis! Los controladores ni solidaridad, ni sentido de realidad de las cosas (supongo que con su sueldo, sea el que sea, lo de la crisis les debe sonar a arameo), ni sensibilidad, ni el menor atisbo de inteligencia.


Ahora todo son lloros. Que si ha venido el ejército armado (¿y cómo pretendían que se presentara el ejército? ¿Con un ramito de rosas sociatas?), que si son unos incomprendidos, que si los medios les han demonizado, que si su versión no llega a la gente, que si el gobierno les ha engañado (¡ja, ja, ja! ¡Menuda novedad!), y todos los etcéteras. Si los echan a todos a la calle en bloque (factible: muchos controladores europeos se han ofrecido a trabajar en España) nadie dirá ni pío, más aún cuando no les representa ni CC.OO. ni UGT (¿para qué contratar a organizaciones con prácticas mafiosas cuando tú mismo puedes hacer dichas prácticas?). Pues mala previsión, amigos. Es lo que pasa cuando los miembros de un colectivo deciden ser secuestradores suicidas.


Albert


P.D.: verano de 2006, señor Montilla Ministro de Industria, Comercio y Turimso, trabajadores del handling de Iberia ocupan las pista del Prat, miles de usuarios atrapados en esa inmensa ratonera. ¿Desalojo de pistas? ¿Ejército? ¿Linchamiento moral? Nada. ¿Por qué eran mileuristas o al final resultará que es Catalunya quien is different…?

domingo, 7 de noviembre de 2010

Hundiendo a Catalunya

a golpe de bonos basura


Bueno, basura lo que se dice basura no lo son exactamente, al menos para quienes se han apresurado a su oficina habitual para suscribirlos. No dudo que dentro de poco más de un año la Generalitat pagará hasta el última céntimo de la deuda contraída, aunque sea a costa de vender más papel (que ya me veo emitiendo bonos para pagar bonos), los cuales dicho sea de paso no son para realizar grandes infraestructuras o acometer reformas y planes serios para salir de ésta, sino para pagar nóminas y evitar la lógica rebelión de los asalariados públicos. Desde luego, pues, serán basura para la ya suficientemente maltrecha economía catalana.


Siempre que me defendían a Solbes o a Castells por su supuesto “prestigio” me indignaba, incluso cuando las cosas parecían ir bien. Un señor que niegue la evidencia que se masca la tragedia (como hizo reiteradamente el ministro Pedro Solbes, siguiendo las directrices de un remozado “España va bien” aznariano, ahora con la sonrisa de ZP) en un momento en que el más tonto ya se veía las barbas remojadas y cortadas al cero, o es un solemne incompetente (luego de prestigio ni una pizca) o es un delincuente de estado. Sí, aunque suene a calificativo interecónomo, porque jugar con tamaña frivolidad, estulticia y falta total de sentido ya ni de estado sino de la más simple realidad de las cosas sólo merece una dimisión irrevocable o cárcel por atentado a la economía pública y al bolsillo ajeno. Aunque en un país como este de mandarines mequetrefes (con perdón de los chinos), las dimisiones, a la par que las dignidades, más bien escasean.


Castells en la misma senda. Ni prestigio ni leches: la única salida digna que tenía era la dimisión, que no se le ha presentado en pocas ocasiones. Nada de nada, lo máximo que tenemos ha sido el amago patético de Ernest Maragall, que quedó en un tirón de orejas de Montilla y una rectificación que me produjo vergüenza ajena, y más aún siendo el Conseller una persona que ya rebasa la edad de jubilación (¿para qué seguir, señor Ernest? ¿No ha cotizado suficientes años para la jubilación?). Luego Castells tozudo, don erre que erre, situando su “prestigio” al lado de los bonos emitidos, en la más ponzoñosa basura.


¿Por qué tanta rabia contra los famosos bonos? Un primer argumento a bote pronto es la de millones que se han gastado simplemente en promoverlos: en televisión y en periódicos (¡días y días, a toda página impar y en color!). ¿Era necesario? ¿Anunciarlo en el Telenotícies y que lo publicasen los diferentes medios como noticia no tenía el suficiente eco? En segundo lugar, por su precio exorbitado. No es el 4,75% famoso (casi un 3% más que los bonos del estado español), que podía haberse quedado en un 3 o 3,5% y del mismo modo los hubiesen colocado todos tan ricamante, sino el flagrante 3% que se llevan la cajas intermediarias. Un 3%... ¡por no hacer absolutamente nada! Colocar un producto que se vende solo. Lógicamente, este 3% es para compensar la fuerte competencia que les suponen los bonos, a años luz de la rentabilidad media de cualquier depósito. Cuantiosa compensación, exagerada, tremenda, abusiva, a 7,75% sale la broma. Vamos a rebentarlo todo. Ni huida adelante ni historias, pasemos directamente al suicidio colectivo. ¿Dónde está la cicuta? Felicidades, han escenificado más vivamente y con mayor nitidez que los pastorets de Corbera la metáfora del “por lo que me queda dentro…”.


Hoy mismo en el suplemento “Dinero” de La Vanguardia lo analizan varios expertos. Todos coinciden en que los dichosos bonos llegan tarde, resultan excesivamente caros y encima se hubiesen podido colocar mejor (directamente a través de internet o mediante subhasta, procedimiento mucho menos costoso y habitual en el Tesoro Público español). Ante tanta incompetencia y mal hacer, realmente sólo nos queda lo siguiente. En primer lugar, compadecernos de Mas. ¡Pobre Artur, el marronazo que te encontrarás cuando accedas a la presidencia! ¡La de medidas impopulares y malabarismos varios que tendrás que hacer para no tener que cerrar definitivamente la barraca! En segundo, malpensar. ¿Hay intereses ocultos? ¿Presiones de entidades bancarias? ¿Deudas de favores? Porque digo yo que con tanto asesor, tanto secretario y tantos informes imbéciles repletos de faltas a doce mil euritos la pieza, alguien con cerebro habrá en la Conselleria d’Economia. ¿De veras que a nadie se le ocurrieron las alternativas que exponen varias firmas en el suplemento de La Vanguardia de hoy del que he hablado? Hacer las cosas tan MAL sólo puede dar que malpensar o finalmente, tercera posibilidad, confirmar una vez más la completa inoperancia, incompetencia y masiva incapacidad del gobierno que nos ha tocado sufrir durante siete años. Luego dirán que toda la culpa es de Pujol.


Albert

domingo, 31 de octubre de 2010

De la Libertad Lingüística, ¡en mayúsculas, hombre!

siempre y cuando sea para hablar en castellano, claro


Es sorprendente la facilidad que se tiene en este país para crear ciudadanos de segunda. De hecho, es sorprendente la facilidad que tiene el Partido Popular de ser, precisamente y de manera sistemática, “impopular” contra todo aquel que tenga algún mínimo sentido de catalanidad. Sus votos no irán hacia su saca, probablemente pensarán. Deben olvidar que a la Moncloa no se acostumbra a llegar de rebote y por atajos, con todas las excepciones y chiripas zapateriles que se quieran. Y aún así, estos atajos, de haberlos, siempre pasan por Catalunya. Deben pensar que atacar esta catalanidad les hace más españoles, pero no más justos, ni desde luego mejores servidores de los intereses de los catalanes a quienes quieren representar.


Desde luego que emplazar al TSJC a derogar los usos lingüísticos de ayuntamientos y diputaciones es un bofetón en toda la cara y a plena luz del sol. Diría más, un insulto con cruel sorna: ¡se amparan en el nuevo Estatut! Estatut que, tal y como lo dejaron, nadie votó. Tal vez sea una pataleta por la prohibición de los toros, prohibición que no tenía, en su origen, nada que ver con nacionalismos, aunque la deriva fuera inevitable. Con todo, más allá de la increíble y solemnemente estúpida frivolidad de la señora Sánchez-Camacho (asegurar que únicamente pactará con quien esté dispuesto a volver a legalizar los toros, sin duda la gran prioridad del país y un tema que no deja dormir a la mayoría de sus ciudadanos), esta resolución es un ataque directo y frontal a buena parte de la población catalana. Es la insistencia habitual del PP: ¡nos perdonan la vida! El catalán pase, pero en casa y en la intimidad, no sea que se nos contagien los buenos españoles que tienen la mala suerte de convivir con nosotros y nuestro trillado nazionalismo .


La actitud xenófoba que parte de España tiene con Catalunya la tenemos pues en nuestra propia casa. No es ya el hecho fehaciente que si vamos a cualquier establecimiento público (especialmente en bares y restaurantes) las probabilidades de ser atendidos en catalán se evaporan como un soufflé maragalliano, sino que ahora encima la administración local y autonómica podrá atendernos como al funcionario de turno le pase por la barretina o por la boina, según el caso. “Hombre, pudiendo hablar en castellano…”. Sí, qué manía de hablar en catalán. Si es que lo hacemos por fastidiar, está claro.


Duelen además, algunas actitudes. La del presidente del TSJC, señor Miguel Ángel Gimeno: recurran. No desacaten la ley, que estaría muy feo. Recurran y quizá en cinco años resolvemos (otro tema: para la sentencia del Estaut una eternidad. Para patear la lengua (catalana)… ¿apenas unas semanas?). La del propio President Pujol: derrota total. Campi qui pugui y a defenderse hablando siempre en catalán. “¡A las barricadas!”. ¿A las barricadas o a los botes?


Lo más irónicamente surrealista es la guindilla que nos la pone el Vaticano. Recortados nuestros constantemente amenazados derechos lingüísticos, Roma, por muchos años con orejas exclusivas para Rouco y su pléyade de torquemadas, organiza la visita papal con una misa en exquisito equilibrio trilingüe catalán, castellano y latín. En Madrid se han mostrado “sorprendidos”. ¿Cómo no se van a sorprender si hacen y han hecho siempre con los catalanes lo que les da la real gana? Pues vino Superbenedicto, bastante mejor informado que su antecesor (y de nuevo cada vez cayéndome mejor), a meterles la lengua allí en donde se sientan (la lengua bucal, se entiende). Bien por Ratzinger.


Seamos moderados. Seamos optimistas. Seamos positivos. Un apretón más de tuercas de España. Un paso más (o menos) hacia la independencia.


Albert

domingo, 17 de octubre de 2010

Apología de quien no la necesita

o la ceguera del que no quiere ver


A veces me preocupa de mi blog pensar que algún día tendré que poner algo así com un parental advisor: “no recomendado para menores de edad”. Porque con según qué noticias cuesta mucho moderarse, morderse la lengua y no entrar (como por otra parte era el propósito inicial) al trapo de insultos o palabras mayores. Y de veras que cuesta.


Hagámoslo fino y rápido. El señor Ricard Gomà, cargo electo en el Ayuntamiento de Barcelona en representación de ICV, ¿de quién cobra? ¿Para quién trabaja? Ambas preguntas tienen la misma respuesta: para sus conciudadanos. ¿Y qué sentido tiene que insulte al Papa y con él a los miles de católicos que vivan en Barcelona? ¿Alguna vez se ha planteado el significado de la idea “responsabilidad institucional”? ¿Si nos visitara el dictador Fidel Castro irían a recibirlo o se manifestarían en su contra?


Que Benedicto XVI le parezca “la cara más rancia” de la jerarquía católica me parece estupendo; abra usted un blog como éste y grítelo a los cuatro vientos (eso sí, háganos previamente un favor y dimita, aunque nadie en nuestra clase política tenga la más remota idea de lo que significa esa palabra). ¿Pero a santo de qué se aprovecha de un medio pagado con dinero público como es el “pasquín” que publica el Ayuntamiento para animar a la gente a manifestarse en contra del pontífice? A partir de aquí seguirían una retahíla de descalificaciones que me ahorro, como también se ahorran los “coleguis” de ICV el criticar y denunciar, si verdaderamente quisieran ser ecuánimes y laicistas, “la cara más rancia” del islam de ciertos imanes que promulgan el odio al infiel, que obligan a las mujeres a esa prenda tan glamourosa como es el burka o que las hacen lapidar ¡por haber sido violadas! Supongo que eso no es monstruoso, debe de ser simplemente multicultural.


Y ya que estamos en temas religiosos, válgale al Papa una defensa (que no necesita), pues no muchas tiene por nuestros lares. Recién salido del cónclave no es que no le concedieran ni los noventa días de gracia que merece todo dirigente, es que no le dieron ni nueve horas. Incluso en círculos religiosos progresistas, como yo mismo pude ver. Éso fue lo que hizo que me cayera la mar de bien. Desde luego que como cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe era difícil que cayese muy bien, pero hay que entender que una cosa es ejercer el papel de fiscal y otra muy distinta el de juez.


Que los incontables casos de pederastia dentro de la Iglesia son nauseabundos tampoco lo duda nadie. Y es precisamente en su cargo anterior cuando se puso la misión de ser justiciero ante esta lacra… frenado por su antecesor Juan Pablo II que veía el tema como habladurías malintencionadas (y cómo no, por la presión de Legionarios de Cristo moviendo volúmenes de dinero estratosféricos y expandiéndose por ciertas regiones –digamos más cristianamente: “convirtiendo” a gente como churros– aunque eso sí, con la pequeña pega de tener un fundador precisamente pederasta).


No dudo que Ratzinger tiene la firme intención de ser el azote de religiosos delincuentes. Pero si “las cosas de palacio van despacio”, las de la Iglesia van en modo eterno, más aún si tenemos en cuenta que es imprescindible ir siempre con pies de plomo tratando con según qué jerarcas si no se quiere terminar como el bueno de Juan Pablo I, el Papa de la sonrisa, sonrisa congelada pues, digámoslo sin tapujos, fue asesinado en connivencia con la mafia.


Para terminar, olvídense de papas y jerarcas, señores ecosostenibles. Si es el referente de religiosos y religiosas de base, humildes y honestos servidores gratuitos no ya de Dios, sino de sus semejantes, bien se merecen esta visita y que se haga con dignidad, institucional incluida aunque en este país resulte casi imposible. Se lo tienen ganado, y si no lo creen así, vayan a ver las colas que ser forman ante los establecimientos que pacientemente atienden las necesidades básicas de centenares de personas con la soga al cuello o que directamente ya en traspasado el umbral de la miseria (y dicho sea de paso, sin distingos de sexo, color o credo). Sin ser aplicadores de sus rimbombantes “planes de acción social”, ésa es la auténtica Iglesia con mayúsculas.


Albert

domingo, 10 de octubre de 2010

El triunfo de la dignidad

o David contra Goliat


Es seguramente un título rimbombante y algo exagerado, pero así lo veo. Las noticias que llegan de Madrid no siempre tienen porqué ser malas, incluso si provienen del PSOE. El triunfo en las primarias del Partido Socialista de Madrid (ni ajustado ni holgado) por parte de Tomás Gómez bien merece un inicio así.


No es sólo la justicia en el hecho que gane el candidato que más ha trabajado en el terreno, que lleva años metido en el día a día la poítica de la Comunidad de Madrid y que además tiene el honor de haber sido el alcalde más votado de España (de municipios de más de 50.000 habitantes, obteniendo en Parla un abrumador 75,35% del sufragio), sino sobretodo el gusto del solemne bofetón (supongo que involuntario, pero él se lo buscó) a Zapatero. Parece que esta satisfacción es compartida por no pocos españoles, lo cual no sorprende a tenor de la pésima imagen que el electorado tiene de su presidente y aún así, no deja de ser paradójico que un presidente que se coló en la Moncloa prácticamente de casualidad y que fue alivio en aquel momento de muchos, acabe su singladura al frente del estado con tanta gente que “le tiene ganas”.


Por más justificaciones que se hayan apresurado a dar, por más “ejercicio de la democracia interna” que quieran presumir, por más caras sonrientes que ponga Trinidad Jiménez y por más que Zapatero niegue como de costumbre la realidad evidente, muchos analistas coinciden en situar al presidente del gobierno “al borde del abismo”. Ahí están también el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, insinuando si convendrían cambios de sillas y más contundente el siempre locuaz Alfonso Guerra, las declaraciones del cuál ZP dijo “respetar” aunque desde luego mucha gracia no le harían.


Y sí: en el momento en que dentro de tu propio partido, un partido donde la maquinaria interna lo es todo, donde se ejerce la fuerza, en ocasiones descaradamente bruta y salvaje (que se lo cuenten a Maragall), un revés de este tipo no puede ser más que un presagio. Sorprende mucho que después de incontables desaguisados de mayor o menor calado, un presidente tan manifiestamente incompetente siga al cargo. Y no hablo de mociones de censura ni mayorías parlamentarias (éstas siempre pueden negociarse a cambio de unos cuantos o unos muchos millones, para eso está el PNV), sino de movimientos internos en el partido. Por eso se intuye la fuerza de Zapatero, la tremenda y aplastante maquinaria de que debe gozar dentro del PSOE. Pero aunque (como él mismo manifestó en una ocasión) confíe ciegamente en la suerte que dice haber tenido siempre, todas las buenas rachas, si no se sustentan en algo más sólido, terminan por acabarse, en el póker, en política y en la vida. Lo único que queda por ver es si ese final será, y así me gustaría aunque sólo fuera por gozar de una más de las muchas ironías que a veces nos regala la vida, en unas primarias donde el propio presidente sea uno de los púgiles.


Albert

domingo, 3 de octubre de 2010

De "vagos" y maleantes

Y de pancarteros, ya puestos


Sin duda el título de este artículo funcionaría mejor en catalán, por el juego de palabras: “vaga” significa “huelga”; si se me permitiera crear la acepción de “persona que fa vaga” dentro del término “vago”, voilà el leitmotiv del artículo, pues vagos ciertamente son (que lo son y mucho) nuestros huelguistas locales con cargo, léase el señor Boada.



No es abrirle los ojos a nadie, y desgraciadamente hablar de política tanto catalana como española hoy en día es a menudo una eterna redundancia y una continua repetición de la misma musiquilla. En el caso de hoy, para los no residentes en Catalunya y resumiendo, un partido minoritario, con líderes que se han declarado en una ocasión y textualmente “antisistema”, que no dejan pasar una ocasión para practicar el proselitismo y aleccionamento paternalista propio y condescendiente de su religión sin Dios y que para acabar el chiste malo que ya son de por sí se les asigna la conselleria de Interior, se cuela asombrosamente en un gobierno autónomo no una vez sino dos y aun amenazando a todos los catalanes de una tercera ración si la aritmética cuadra (¿no querías sopa…?). Claro que sí, que puestos a crear un gobierno de hermanos Marx (pero sin el menor atisbo de gracia) tampoco hace falta nada más (salvo ser “d’esquerres de debò”, ¡sólo faltaría!).



En fin, que el número dos de este pintoresco partido post-stalinista aderezado con una capa de pintura verde desconchada superguay decidió solidarizarse con la “clase obrera”, ni que fuera por un día y aunque les quintuplique el sueldo, e irse para Girona, no sabemos si en coche oficial o en Bicing, aunque imagino que lo primero, puesto que lo segundo sería infringir alguna normativa municipal y ellos respetan la legalidad vigente, a pesar de todo. Entretanto, disturbios en Barcelona y los hippijos habituales (patrios y de importación) pensaron aprovechar los tiempos de crisis para reconvertir su actividad delictiva en algo más lucrativo como robar ropa de marca en las tiendas del centro.



Me da exactamente igual que se diga que el conseller Saura estaba al frente de la conselleria, o que la asignaciones de Boada no son puramente policiales. ¿Qué demonios hace un alto cargo público en una manifestación sindical contra un gobierno al cuál su partido apoya indirectamente aunque sólo sea a su sucursal autonómica? ¿Pagamos impuestos para que los políticos con cargo marchen detrás de una pancarta? Si quieren coherencia con sus ideales, solución rápida y fácil: dimisión. Si lo único que les interesa como todos los ciudadanos del país tenemos claro ya es la poltrona y el cochecito, que vayan con sus discursitos progrebuenistas a aleccionar a su señora madre.


Albert

domingo, 26 de septiembre de 2010

Las amistades peligrosas

del Dr. Jekyll y Mr. Hyde



Que el martes de esta semana se reúnan los “amos del universo” de motu proprio y sin intermediación de lobbies americanos ni agencias de imagen para hablar con el presidente Zapatero debería ser una noticia impactante. Muy probablemente desde dentro no debemos tener una percepción nítida de la imagen de España en el resto del mundo, pero el solo hecho que esta reunión se haya llevado a cabo es indicio que o bien España preocupa (aunque por supuesto más le debe de preocupar a la señora Merkel) o bien que España ocupa los pensamientos y expectativas de no pocos inversores allende el Atlántico y otros lares.



La reunión puede sorprender tanto como las habilidads camaleónicas de ZP. El día anterior, lunes, defiende la creación de una tasa para las operaciones especulativas. ¡Bravo, presidente! Como no hay nada nuevo bajo el sol y menos en la carpeta de ideas de este gobierno, la propuesta no es más que resucitar la famosa tasa Tobin, ideada por el economista de igual nombre en 1971 y que básicamente consiste en gravar con un 0,1% las operaciones especulativas a corto (que no las inversiones) entre divisas. La idea no prosperó en su momento aunque, eso sí, le dieron unas palmaditas en la espalda diez años más tarde en forma de Premio Nobel de Economía. Que Ignacio Ramonet ya la resucitara en su día, por allá en 1997 (¡ni en el hecho de resucitar la idea es original, nuestro presidente!), tampoco le logró un mayor recorrido. En fin, que al cabo el tema interesa tanto que en la reunión con Morgan Stanleys & Co. de nuestro presidente y miembros del gobierno ni se menta.



A raíz de esta propuesta, absolutamente inverosímil y absurda en boca de Zapatero (quien en el espacio de pocas horas es capaz de reivindicarla y abanderarse como erradicador de la pobreza mundial para, a continuación, reivindicarse y abanderarse con el mismo ahínco como gobernante férreo de puño duro que cuando saca las tijeras no hay quien le pare), sorprende mucho más (y sobretodo por no haber sido demasiado comentada) la reacción del nada menos que presidente de la Funcas, Victorio Valle, calificándola textualmente de “imbecilidad” y que hay que “reducir el gasto poniendo freno a las majaderías de Zapatero”. Me parece terrible.



Como ciudadanos más o menos cabreados, bloggeros u opinadores de ratos ociosos, podemos calificar a Zapatero y sus ideas de variopintas maneras poco amables. Todas lícitas, clasemedianismo obliga. Pero es penoso que el presidente de la fundación que aúna las cajas de ahorros del país se dirija con estos términos al presidente del gobierno. No es ya una cuestión de educación (que en este terreno cada cual se retrata con sus propias palabras), sino de un mínimo sentido de estado, igualito al que no tiene Rajoy cuando pasa revista apocalíptica sobre la situación económica de España: no producen ningún beneficio al país y sólo ahuyentan a posibles inversores extranjeros. Meridianamente claro es que una persona tan influyente tiene otros canales, tan contundentes y seguro que más adecuados para hacerle llegar el malestar de las cajas (buena parte de ellas sobreviviendo gracias a papá estado, tampoco lo olviden) al presidente del gobierno.



Terminamos. Si por ende el funesto funcas remata su arenga considerando “inevitable” la subida de impuestos en las rentas del trabajo, pues ahí te quería ver y más clarito el agua: no os metáis en mi negociado, que los platos rotos es tradicional que los paguen los de siempre, los pringados con nómina de la clase media (sí, ese 50,1% de contribuyentes con rentas iguales o inferiores a 15.000 € anuales, ¿alguien se siente identificado? Ya os digo yo que el señor Valle no). Seguro que eso sí tranquiliza a la banca de los señores inversores “amos del universo”; la clase media entretanto, a callar, no vaya la cosa a peor. A callar y a pagar.


Albert

domingo, 19 de septiembre de 2010

Independentismo caca

Que somos todos españoles y olé


Un título llamativo y una entradilla que no clarifique mucho es un recurso algo baratillo para llamar la atención del lector sobre el contenido de un artículo. Aunque si justifico esta treta afirmando que no es más que la síntesis de una opinión actual de ciertos políticos de nuestro país, quizá se me permita el uso de esta técnica. Y digo opinión actual con toda la intención, como veremos.


Si para Santa Teresa de Jesús el trajín de una cocina conventual le bastaba para tener sus accesos místicos y sus ataques de inspiración, a algunos políticos, algo más descreídos en general, solamente se les ilumina la mollera cuando están en campaña electoral.


“Independentismo caca”, es lo que nos ha venido a decir el señor Montilla recientemente. Quita nene, no toques eso no sea que cojas alguna enfermedad chunga y te me pulsiones separatísticamente. Porque de pulsiones parece que va la cosa, como si el independentismo no fuese cosa seria. Unos granitos por comer demasiado chocolate, un amorío de verano o una borrachera mal dormida. ¡Pobre president! ¿De veras ha necesitado siete años, cuatro de ellos al frente de la Generalitat, para darse cuenta que el independentismo no le gusta? Una opinión antiindependentista me parece estupenda: ahí están también la señora Alicia Camacho o el señor Albert/Alberto Rivera/Ribera compartiendo su visión. Pero aún teniendo ese convencimiento españolista (que no le vendrá del 11 de septiembre), ¿gobernar siete años con ERC (a quienes el independentismo tampoco les viene del 11 de septiembre) no le parece algo, ni que sea un poquitín, incoherente? Bien, no deja de ser la declaración abierta del “estoy aquí por la poltrona”, pero aún tratándose, si queremos verlo de este modo, de un ataque de sinceridad, sigue pareciéndome grave.


Como grave me parece el independentismo “de campaña” de ERC. Siete años también, dos elecciones de por medio y la tercera que se acerca, para no hacer absolutamente nada para avanzar en ese sentido. Excepto en campaña: otro arrebato místico. ¡Lucharemos por la independencia! Y si no se tercia (que desengañémonos, a este paso y con estos “líderes” no se va a terciar), pues por lo menos cobraremos a fin de mes y viajaremos en Audis tuneados, Generalitat mediante.


Y la cuenta sigue. Tres partidos independentistas en unas elecciones es algo que jamás hubiésemos soñado… ni en la peor de nuestras pesadillas. Pues si algo se logrará, si el señor Carretero y Laporta siguen con sus guerrecillas de taifas particulares (que si vienes tú, que no, que vengas tú, que si tú eres el pequeño, que si tú más) será que, a parte de ser la riota en Madrid, ello se traduzca en una fuga de diputados, una pérdida de representatividad parlamentaria indudable, que los escaños van muy caros y sino que se lo digan a los partidos minoritarios. “Que no os embauquen”, que esta sí es una vía muerta: la del yo salgo primero en la foto y si no te gusta te largas, la de merendarse entre hermanos y las cuitas por mi poltrona (¿dónde está, señor Carod?). Porque yo lo valgo.


Pues eso, señores, que sí, que hoy por hoy el independentismo catalán es caca. Una soberana y absoluta mierda. Como de costumbre, la política “oficial” no se ha enterado de nada. Ni espíruto 10-J ni leches: si estos tienen que encauzar el sentimiento del “som una nació” lo tenemos claro. “Nosaltres decidim”, pero visto el personal, ¿a quién?


Albert

domingo, 1 de agosto de 2010

"Ese toro enamorado de la luna..."

La versión light



En junio de hará ya más de quince años, en el tiempo de espera para la prueba oral de uno de los exámenes oficiales del Instituto Francés, vino la que había sido nuestra profesora durante el curso para darnos ánimos. Felicitó a uno de mis compañeros (le había tocado ella misma como examinadora) y al resto les dijo que no tendrían ningún problema con las profesoras asignadas. A mí me miró con una sonrisa de lástima y me dijo que no, que quien me había tocado en suerte no era precisamente una persona charmante. Desde luego no lo era: una maestra que ocupaba el bulto de dos, seria, distante y antipática creo que por vocación. Y para postre el tema del que tenía que hablar no podía ser más incómodo: toros sí, toros no. Viva el topicazo.



Ciertamente el posicionamiento que tomase era problemático. Consideré que la cultura francesa sería antitaurina por ética y por estética, pero en el sur de Francia tiene su arraigo… Al final me vi adoptando una postura tan equidistante como ambigua, valorando pros (si los tiene) y contras que, para sorpresa mía, agradó mucho a mi francófona contertuliana accidental, de manera que sin mojarme y siendo très gentil me la puse en el bolsillo.



Si repitiese ese examen hoy no sé cómo lo hubiera planteado, porque sobre este tema no hay ninguna de las tres posturas existentes que me convenza. En pureza, más que las posturas, quienes no me convencen son sus ponentes, porque la verdad es que me alegro de que se expulse un poco de violencia gratuita y cruel de nuestra sociedad, ni que sea un poquito. Es un avance en civilización, y en ese terreno creo que cada pasito cuenta. Antes que se me acuse de hipócrita añadiré que para cuando los correbous.



Pero ay de los enrocados. Porque los protaurinos no salen de la “fiesta nacional” (término dicho sea de paso acuñado por el franquismo), el supuesto arte y cultura que suponga torturar y matar a un animal y sus derechos a ver lo que les plazca. Además es una postura que explora varias sendas de la demagogia: que si entonces también hay que prohibir el paté, que si los mataderos son mucho más terribles y un no muy largo etcétera. En esos tiempos en que me tocaba defender posturas sobre el tema oralmente y en francés, para mí los toros representaban la llegada del buen tiempo, el esperado fin de curso, la feria de San Isidro y tantas otras fiestas de tauromaquia que retransmitía la televisión. Al igual que el fútbol (que pocos son los partidos enteros que haya visto en mi vida), algunas corridas veía de forma fragmentada. No me disgustaban y tenían su punto fascinante por lo que a ritual se refiere (y el vocabulario taurino, ¡qué riqueza de matices y cuántas palabras curiosas!), pero tampoco me apasionaban.



Por otro lado, la actitud de los antitaurinos no deja de resultarme algo inquietante. En un mundo loco de matanzas, abusos y opresiones donde la violación de los derechos humanos está a la orden del día, ver gente que dedica tiempo y energías en defensa de animales otorgándose las más veces medallas de una supuesta especial sensibilidad no acaba de convencerme. Evidentemente que cada cual dedique su tiempo a lo que le dé la gana, pero algo no me acaba de cuadrar en personas que parecen amar más a los animales que a sus congéneres, por muy cierto que sea que demasiadas veces el mejor amigo del hombre acaba siendo efectivamente un ser peludo.



La tercera y última postura, la neutra, la de quienes afirman que todo el montaje ha sido meterse en camisa de once varas, que en Catalunya los toros se iban a morir por sí solos y ha sido crear tensión innecesariamente, me parece hecha para salir del paso, como hice yo hace más de quince años. En política todo es importante, sólo que hay cosas prioritarias. Si bien ciertamente el tema no era prioritario, cabe recordar a los que acusan a Catalunya de ofender (nuevamente) a la “nación única e indivisible” y de conspirar una “nueva provocación separatista” que la votación es resultado de una iniciativa legislativa popular, que siguió su curso ateniéndose a la ley y que, conincidencias de los tempos, han hecho que haya parecido una reacción pataleta frente a la sentencia del TC.



Prohibiendo las corridas se nos puede tachar de hipócritas. Con todo, que los mataderos sean igualmente crueles y que el bienestar de los animales no quede solucionado con esta prohibición no es motivo suficiente: una cosa es su muerte para un fin, beneficioso para los humanos, y otra muy distinta hacer de ello un espectáculo. Los animales no están sujetos a derecho (no hace falta que nos lo diga el Consell de Garanties Estatutàries), pero sujetándonos al derecho (y a la democracia de una votación parlamentaria en última instancia, no lo olvidemos) tal vez podamos volvernos menos animales.



Albert

domingo, 25 de julio de 2010

"Cuando salí de Cuba..."


En 1886, el pianista y compositor Isaac Albéniz escribió su opus 47, “Primera Suite Española”. Se trata de una obra para piano, de un nacionalismo folklórico muy acorde a su tiempo, donde los movimientos en que se divide llevan por nombre bien ciudades españolas, bien las aún nonatas Comunidades Autónomas. Siempre me ha despertado una sensación extraña y difícil de describir (entre nosatalgia y curiosidad por un tiempo no tan lejano en que todo era tan distinto) la última de sus partes, ni ciudad ni no-Comunidad Autónoma: Cuba.


Cuba. Cuando Cuba aún era española. Albéniz no compone sobre una Cuba neutral, plenamente integrada en esa nación “única e indivisible” española, puesto que aunque es de dominio común considerar 1898 como “el año” de la guerra de Cuba (o mejor, el de la pérdida de las colonias), su proceso de independencia se inicia ya en 1868 y a lo largo de lo que se llamaría la Guerra de los Diez Años. Este proceso fue sin duda paciente, puesto que no lograrían su meta de la plena independencia hasta 1902, cuando logró zafarse de la entonces ocupación estadounidense. Trentaicuatro años en unos tiempos en que todo sucedía más despacio no está del todo mal.


Más allá de contar con la ayuda finalmente explícita de los Estados Unidos (cosa que me temo no va a ser nuestro caso), resultan interesantísimos, por comparables, los motivos del hartazgo islense. Cuba se veía castigada, como nos encontramos actualmente, por sendas crisis económicas, las de 1857 y 1866 que tenía que afrontar, oh coincidencias de la historia, pagando elevados impuestos a España que, oh más coincidencias de la historia, no repercutían en los intereses criollos sino en los asuntos que se cocían, en este caso, en Europa y por tanto a miles de quilómetros de la isla. Asimismo, existía la esclavitud y una visión cubana de que era necesario el trabajo asalariado para mejorar la industria azucarera. Antes de que se me acuse de demagogo, evidentemente en Cataluña no existe la esclavitud ni nada comparable, pero sí es análoga la situación de necesidad de inversiones (especialmente mejoras en las infraestructuras, reclamadas hasta la extenuación) para mantener la competitividad y que no llegan o lo hacen en cuentagotas, como si de un generoso obsequio se tratara.


Como colofón, algo forzado pero no carente de posibilidades cuanto a paralelismos, el estado no permetía a los cubanos ocupar cargos públicos. Si bien en la actualidad esto no es así de iure, sí lo es sin dudarlo de facto. El señor Montilla es de origen andaluz pero preside la Generalitat de Catalunya. ¿Alguien se imagina el mismo caso a la inversa? ¿O un catalán presidente de España? (Ya fue el ultrajacobino José Borrell candidato del PSOE y muy bien no le fue que digamos…).


El ejemplo de Cuba termina aquí: ni gozaremos del apoyo activo de EE.UU. ni un enfrontamiento bélico será jamás la solución. Lástima que ellos no se manifestaron un 10 de julio como nosotros. Pero para los amantes de la cabalística, un guiño en una última casualidad: el levantamiento de 1868 propiciado por Carlos Manuel de Céspedes cristalizó en el “Manifiesto del 10 de octubre”. Si es cierto que la historia no hace más que repetirse, pues vivan las coincidencias: por lo menos compartimos el número.


Albert

domingo, 18 de julio de 2010

"¡Mira tu DNI, paleto!"

Pone “Válido hasta 2020”, ¿significa eso que tendremos la independencia para entonces?



Luego de tres posts introductorios en los que, en realidad, básicamente no he dicho gran cosa, ya viene siendo hora de argumentar algo, ni que sea pretenderlo.



He leído ya repetidas veces el maravilloso “argumento” que da título a esta entrada (sustitúyase “paleto” por algo más grueso et voilà): el DNI como máximo representante de la identidad nacional de su titular. Realmente no hay mucho que decir, puesto que es fácil rebatir que un pedacito de plástico no puede definir lo que somos. ¿Pero qué somos?



Lo que forja nuestra identidad se basa, una vez más, en sentimientos. Sentimientos de clan, de pertenencia al grupo, mecanismo psicológico que no creo que sea mucho exagerar atribuir ya a los primeros humanos primitivos, recogidos alrededor de una hoguera. Gracias a esta hoguera integradora se crearán los primeros mitos, perpetuados tradición oral mediante y vehiculadores del sentido de grupo y pertenencia. Este sentimiento se puede refinar con pinceladas históricas, culturales, idiomáticas y si se quiere un largo etcétera. A pesar de todo, sigue siendo un sentimiento, tan etéreo e intangible como cualquier otro y a la par irracional e incluso algo injustificable (que, como intentaré exponer en futuros posts, en nuestro caso creo que goza de algunas justificaciones algo racionales).



Un sentimiento se puede compartir o no, pero es indudable que no se puede negar. En una escuela un alumno puede detestar a un compañero, puede hacerle la puñeta, patearlo, morderlo, hacerle bullying o meársele encima y aunque nos parezca una actitud muy reprobable y por mucho que tengamos que reconducir dicha situación, a nadie se le ocurrirá negar ese sentimiento.



Ahora en positivo y aún más claro. Si nos dirigimos a un hincha, por ejemplo, del Atlético de Madrid, e intentamos convencerle de que no vale la pena dar apoyo a su equipo, que el Real Madrid tiene un mayor historial de logros y triunfos, un palmarés apabullantemente más surtido y que por tanto es objetivamente mejor equipo, estaremos de acuerdo que es tiempo perdido y lo mínimo que podemos esperar es una pedrada, ni que sea dialéctica. Aunque efectivamente el Real Madrid sea mejor equipo a tenor de sus vitrinas, no sólo los sentimientos que vive el aficionado colchonero existirán independientemente de los méritos madridistas, sino que el propio Atlético de Madrid seguirá existiendo. De forma que reducir la nación catalana a una simple “idea respetable”, como graciosamente ha concedido el TC, es igualmente absurdo.



Negar el sentimiento identitario de nacionalidad, pues, no tiene el más mínimo sentido. Se puede corregir a alguien que afirme que la distancia de la Tierra al Sol es de quinientos millones de quilómetros en lugar de los ciento cincuenta que realmente hay, pero no tiene ninguna base negar un sentimiento de catalanidad, porque a la postre lo único que se acaba esgrimiendo son argumentos jurídicos; y las leyes y los statu quo, por más Constitución que sean, vienen y van. Que se lo digan sino al Imperio Romano. Aunque es cierto que las leyes son la base de la civilización, conviene recordar que están al servicio de los ciudadanos. De éstos emanan y a éstos sirven. Del mismo modo que no se impone ser de un equipo de fútbol, tampoco una constitución, y ni mucho menos una interpretación particular de ésta, tendrá jamás el poder ni la autoridad de dictarnos lo que somos.



Albert

miércoles, 14 de julio de 2010

“@#&%!!!!!!”

Curioso, no necesita traducción


Paseando por grupos de Facebook e incluso fisgoneando en perfiles personales de conocidos que se han implicado de un modo u otro en comentar o dar apoyo ya sea a la manifestación del 10 de julio como al resultado del Mundial, resulta francamente muy triste comprobar el nivel argumentativo que mayoritariamente tienen sus participantes. Si, por ejemplo, el grupo es pro Cataluña, no faltan comentarios ofensivos de personas que no comparten esta postura. Imagino que en el sentido contrario la situación será exactamente la misma y ahí no cabe entrar en quienes son los “buenos”. Se trata de intervenciones en las que se ridiculiza e insulta con brocha más que gruesa a quien no piensa igual y se termina con un “¡Viva España!” o “Visca Catalunya!” según el caso y turno de réplica de que se trate.


Evidentemente esto no se puede considerar el más mínimo debate y es lamentable constatar que mucha gente con una postura clara, definida e inmóvil es incapaz de salir de los sentimientos (y digo sentimientos cuando en realidad se han convertido ya en pura visceralidad) para entrar en el terreno de las ideas, en el que quizás resulte harto difícil convencer a la posición contraria, pero como mínimo tal vez se encuentren zonas comunes o, como más mínimo aún, se pueda compartir ni que sea algo de diálogo civilizado y respetuoso, que es al fin y al cabo lo que acaba uniendo a pueblos y personas de buena fe (¡oooh, y ni tan siquiera es Navidad!).


No es que no crea en los sentimientos, pero no creo que los míos sean mejores que los de alguien que piense distinto. Aunque desde luego, los míos serán indudablemente mejores si se fundamentan en el respeto y el diálogo pacífico y se da el caso que quien esté al otro lado se recalcitre en posturas ofensivas. Al cabo, la gente se desautoriza a sí misma según de qué modo se manifieste. Pienso que ahí está una de las claves, algo zen, para empezar a afrontar seriamente un debate maduro sobre el independentismo. Los ánimos caldeados que han hecho coincidir por caprichos del azar la manifestación y su réplica accidental en la final del Mundial no ayudan sin duda a esta tranquilidad, pero quizás conviene, a medida que los hechos puntuales se enfríen, ver por fin que gritar por o en contra de España o Catalunya es una sandez que no aporta nada. Los vivaespañas a grito pelado y con tacos han llegado a un punto que no me resbalan completamente. Allá ellos. En realidad, más me duelen los vivacatalunyas gritones y encegados. Ojalá veamos todos pronto y con claridad que los sentimientos son, en algunas ocasiones y en el mejor de los casos, una simple puerta cerrada.


Albert

lunes, 12 de julio de 2010

Estimaciones: entre cincuenta mil y millón y medio

Todo depende de a quién estimes…



En toda manifestación es muy interesante la diversidad de cifras que se barajan en lo que a asistencia se refiere. Digamos que es un tópico y la distancia entre los datos de la organización y los más “oficialistas” a veces son de abismo. Vaya por delante que siempre doy por buenas las cifras a la baja, modesto que es uno.



Y hete aquí que llega la noticia emitida por Efe referente a la asistencia en la manifestación del 10 de julio en Barcelona en protesta contra la sentencia del Tribunal Constitucional a propósito del famoso Estatut de Catalunya: 56.000 personas, según la empresa ¿independiente? (porque “independentista” me da a mí que no será, disulpad el chiste fácil) Lynce.



Lo primero que me llama la atención es que en su web han traducido el nombre, lema, llamadle como queráis, de la manifestación: “Hemos asistido a la Manifestación "Somos una Nación. Nosotros decidimos" del 10 de julio en Barcelona, […]”. Quizá es mi bilingüismo de toda la vida, pero no me parece a mí que quien no conozca catalán no sea capaz de descifrar lo que quiere decir “Som una nació. Nosaltres decidim”. O que por lo menos intuya de qué iba, vamos, ni que fuera por leerlo en la prensa. Si se ponen a medir la gente que acude a, por decir algo, un concierto de los Rolling, ¿dirán que han asistido a un acto de las “piedras rodantes”?



Estuve en la manifestación y sin duda eso sesga mi percepción. La euforia se contagia rápido y en seguida se llega al millón, lo cual es realmente mucha (de verdad, mucha) gente. Pero señores lynces, ¡que 56.000 personas es prácticamente medio Camp Nou! Y cuando éste se llena para la final que sea no hay ni mucho menos la cantidad de gente que se vio el sábado, ni se colapsan calles ni avenidas, calzadas incluidas. Es repetirse volver a mencionar que no sólo era el Paseo de Gracia, desde Fontana a Plaça Catalunya, la avenida que rebosaba, sino las calles paralelas, Rambla Catalunya i Pau Claris, parte de la Gran Via y todas las calles perpendiculares adyacentes al núcleo de la manifestación estaban atestadas de gente, la cual por cierto no avanzó durante más de una hora (que es uno de los argumentos que se acostumbra a esgrimir, el de la masa en movimiento que genera una percepción de mayor volumen de personas).



Me parece infantil discutir cifras y en verdad tanto me da si éramos millón y medio o setecientos mil. No hay peor ciego que el que no quiere ver y tanto peor para quien no quiera percatarse que esto es algo realmente serio y bastante insólito. El tiempo nos dirá a qué nos lleva, pero desde luego una cosa es exagerar cifras (que siempre se exageran) y la otra insultar la inteligencia de quien te escucha, como sí hizo (como nos tiene acostumados) Intereconomía el mismo 10 de julio: ¡medio millón de personas en las playas de Catalunya (¿también las contaron en esta ocasión nuestros amigos lynces? ¿Fueron meros meros? ¿O besugos de mar?), gente que iba a comprar en las tiendas y muchas banderas españolas en los balcones, ambiente de expectación ante la gran final de domingo! ¡Toma ya, menudo notición! ¿Esperarán ganar un Pulitzer?



En fin, y volviendo al tema lynceado y gatuno, piensas que se dejaron las gafas, que el lince ibérico es una especie en peligro y todas las ocurrencias estúpidas y chistes penosos que te vienen a la mente. Entonces das con el dato final y la clave al gran misterio lazarillense: la manifestación empezó a las seis de la tarde. Ellos midieron a las ocho y media, cuando mucha gente la había dado ya por concluida. “Acabáramos”, como diría Antonio Alcántara en Cuéntame. Menos vista y más puntualidad, señores. El sábado fuimos sólo 56.000, pero eso sí, en la celebración del título del Mundial de fútbol que ganó el Barça (¡y sin Messi!) asistieron, cómo no, un millón de personas. Quien lo dice lo es, el mundo al revés.



Albert

domingo, 11 de julio de 2010

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra"

... y un tiempo después un servidor este blog



Mi bisabuelo tenía una tienda (bonita forma de empezar un blog pero sí, viene al caso). Era una tienda de telas y se llamaba “Las cuatro provincias”. Este nombre siempre me ha fascinado por ambiguo y relativamente valiente. Digo valiente porque era una forma de decir Catalunya en unos tiempos en que cualquier mención a este país parecía atrevimiento; los derechos democráticos sólo los tenían los países civilizados, y aún así. Y digo relativamente porque no deja de ser un lema muy propio catalán, de pequeño burgués: “Nedar i guardar la roba”, que diríamos. No fuese que…



Tenía y mantenía doce hijos, lo cual ya es tener y mantener. También tenía una bragueta de cuarenta centímetros, pero eso es otra historia. Las cosas le iban bien y hasta pudo comprarse un pequeño edificio y alquilar sus pisos. Definitivamente, el día que sea multimillonario crearé una fundación que se llamará “Las Cuatro Provincias”. Mientras ese día llega, me conformo con escribir este blog de igual nombre.



¿Escribirlo para qué? Para hablar de cuatro provincias. Para hablar de Catalunya y de política. Y de una Catalunya que, como tantos otros, querría ver Estado. Hacerlo en catalán sería quizá muy cómodo. Algunos comentarios de ánimo de amigos y conocidos, algún exabrupto de alguien desinformado y poco más. En castellano tiene más puntillo, porque recibir las iras de quien no comparta esa idea casi tabú es más probable. Aunque lo más meridianamente probable es que nadie me lea y el blog termine como la tienda de mi bisabuelo: cerrada por defunción.



Albert