domingo, 13 de febrero de 2011

Lo que de verdad importa

Es sorprendente por increíble: el PSC asume que pierde Barcelona. Bueno, en realidad eso sería un acto de lucidez, que por una vez en la vida política del país no estaría mal, de modo que convendría decir mejor que el PSC regala la alcaldía de Barcelona.


Siempre hay espacio para seguir sorprendiéndose, pero, ¿es que realmente piensan que hay algún ciudadano interesado en sus rifirafes internos? Nos presentan dos candidatos que ni son candidatos ni son presentables: uno, el actual alcalde gritón, carente del menor atisbo de carisma ni ideas propias. Para no tener no tiene ni el apoyo de su propio partido, aunque es cierto que la falta de apoyo básicamente es de José Montilla, cosa que en un partido de funcionamiento interno al estilo estalinista es estar literalmente en bolas. Y la otra, despojo de política autonómica sin perrito que le ladre parece que estar la mesa del Parlament le sabe a poco y se presenta a alcaldesa… ¡de una ciudad en la que no vive! Primero le echa morro y se recalcitra: ni vive ni piensa vivir. Luego sus asesores dicen haberle alquilado un piso. Pues como si es un picadero, un piso patera o la habitación de un meublé: la creadora de la (estúpida) expresión “tolerancia cero”, con “credibilidad cero”. Para ende el debate y la exposición de sus “posturas” (y digo posturas porque no se le pueden llamar ni programa, puesto que su actual y único objetivo es derrocar internamente a su, digamos ex-colega, Jordi Hereu) ¡se hace a puerta cerrada! O sea que para los amiguetes que la quieran escuchar, no fuese que alguien aireara sus brillantes ideas. Pues no se ha espabilado ni nada desde que dejó Mollet en lágrimas para ser consellera (en un episodio de imágenes patéticas y esperpénticas: ¡ni que la hubiesen llamado a filas! Podía ahorrarse la lagrimilla y el moco: si tanto le dolía se quedaba en su ayuntamiento y santas pascuas).


Cuando leo en algunos lares valoraciones positivas del tripartito y alguno de sus elementos me pongo de franco mal humor. Montserrat Tura es una de las bien valoradas, imagino que por el parco mérito de no haber generado polémicas ni, básicamente, haberla liado parda como acostumbraba a hacer el resto de elenco de aquel vodevil llamado tripartito. Pero en cuanto se considera que Ernest Maragall también fue un buen conseller (sí, el jefecillo de Ensenyament −Educació que le llamaban, que los chicos no se andaban con chiquitas y apuntaban alto−, que tuvo el inmenso mérito de haberse puesto en contra a maestros de la pública, de la concertada, familias, inspectores y la madre que los parió), entonces ya es un cachondeo. En fin, luego aún figuran que se sorprenden (mientras se pegan un hartón de reír, imagino) por aquello de la desafección política. En estas elecciones locales de Barcelona, los votos que gane el PSC (tanto si tienen a Hereu como a Tura en el cartel, que tanto monta) verdaderamente serán de gente que ni sigue ni le interesa la política…


Albert