miércoles, 14 de julio de 2010

“@#&%!!!!!!”

Curioso, no necesita traducción


Paseando por grupos de Facebook e incluso fisgoneando en perfiles personales de conocidos que se han implicado de un modo u otro en comentar o dar apoyo ya sea a la manifestación del 10 de julio como al resultado del Mundial, resulta francamente muy triste comprobar el nivel argumentativo que mayoritariamente tienen sus participantes. Si, por ejemplo, el grupo es pro Cataluña, no faltan comentarios ofensivos de personas que no comparten esta postura. Imagino que en el sentido contrario la situación será exactamente la misma y ahí no cabe entrar en quienes son los “buenos”. Se trata de intervenciones en las que se ridiculiza e insulta con brocha más que gruesa a quien no piensa igual y se termina con un “¡Viva España!” o “Visca Catalunya!” según el caso y turno de réplica de que se trate.


Evidentemente esto no se puede considerar el más mínimo debate y es lamentable constatar que mucha gente con una postura clara, definida e inmóvil es incapaz de salir de los sentimientos (y digo sentimientos cuando en realidad se han convertido ya en pura visceralidad) para entrar en el terreno de las ideas, en el que quizás resulte harto difícil convencer a la posición contraria, pero como mínimo tal vez se encuentren zonas comunes o, como más mínimo aún, se pueda compartir ni que sea algo de diálogo civilizado y respetuoso, que es al fin y al cabo lo que acaba uniendo a pueblos y personas de buena fe (¡oooh, y ni tan siquiera es Navidad!).


No es que no crea en los sentimientos, pero no creo que los míos sean mejores que los de alguien que piense distinto. Aunque desde luego, los míos serán indudablemente mejores si se fundamentan en el respeto y el diálogo pacífico y se da el caso que quien esté al otro lado se recalcitre en posturas ofensivas. Al cabo, la gente se desautoriza a sí misma según de qué modo se manifieste. Pienso que ahí está una de las claves, algo zen, para empezar a afrontar seriamente un debate maduro sobre el independentismo. Los ánimos caldeados que han hecho coincidir por caprichos del azar la manifestación y su réplica accidental en la final del Mundial no ayudan sin duda a esta tranquilidad, pero quizás conviene, a medida que los hechos puntuales se enfríen, ver por fin que gritar por o en contra de España o Catalunya es una sandez que no aporta nada. Los vivaespañas a grito pelado y con tacos han llegado a un punto que no me resbalan completamente. Allá ellos. En realidad, más me duelen los vivacatalunyas gritones y encegados. Ojalá veamos todos pronto y con claridad que los sentimientos son, en algunas ocasiones y en el mejor de los casos, una simple puerta cerrada.


Albert

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