domingo, 3 de abril de 2011

Lo que dura una mentira

No sé si fue Abraham Lincoln o J.F. Kennedy que era posible engañar a poca gente durante mucho tiempo y a mucha gente durante poco tiempo, pero que era imposible engañar a mucha gente durante mucho tiempo. Luego tenemos excepciones, como el nazismo, que engañó a mucha gente durante casi doce años, que no está mal (aunque habría que ver si el pueblo alemán no quería ser engañado, pero ésa es otra historia).


Iceta i Nadal, por descontado, no son la pura maldad que fueron los carniceros germanos, pero me temo que tampoco la mitad de inteligentes que ellos, y ni mentira larga ni corta, ni a mucha ni a poc gente, simplemente hacer el ridículo: salir en tromba contra Mas-Colell, un hombre que ya hace muchos años que tiene pagada la factura de la luz, acusándole de mentir al declarar que el gobierno de Madrid pide el doble de reducción del déficit de Catalunya ya no es mentir, es declararse imbécil oficial (aunque sin derecho a coche). Y hete aquí que, cómo no, hoy mismo La Vanguardia publica la carta remitida al conseller desde el “Misterio” de Economía (pues ya me diréis cómo se reduce de un plumazo el déficit de un país que ha tijereteado hasta las alfombras del Parlament), en donde además de confirmar las palabras del catedrático, de paso da una sonora colleja al gobierno anterior de la Generalitat, los desechos del cual, dicho sea de paso, ejercen algo así como de oposición (en el interín antes de ser pateados de un buen número de ayuntamientos) exigiendo cumplir con el rigor presupuestario teutónico y denunciando a la Generalitat, a la vez, por los recortes sociales que dichas medidas conllevarán. Bravo.


Llegados a este punto, sin desenroque posible, sin capacidad real de España para negociar nada (ni fondos de compensación ni leches, que Merkel no quiere que se desvíe un solo céntimo del maltrecho presupuesto cañí o nos vamos todos al abismo), llega el punto de la independencia. Ya lo repite Pujol hasta el hastío: no le quedan argumentos para desaconsejarla. El propio President Mas vota a favor de ella, al igual que pesos pesados como Puig y Pujol hijo. Curioso sería, y de verdad me gustaría, que al final la historia se repitiera y este viejo artículo mío se reproduciera en el siglo XXI. Así lo expondré en una carta al President: no se puede más que convocar elecciones y, por coherencia dado su voto para el 10-A, canviar el programa de Convergència (vemos que el de Unió va a ser que no), punto único: declaración de la independencia.


No me queda más que una conclusión: si alguien con más luces que yo puede decirme y darme motivos para seguir encadenados al bloque de cemento (y nunca mejor dicho, que somos unos tochanas) que es España, de verdad le pido, casi me atrevo a exigirle, que me exponga sus argumentos. Y felicitar al Madrid del partido que sea: nunca soñaron fabricar a tantos independentistas en tan poco tiempo.


Albert

3 comentarios:

  1. Es que tú mismo te has dado la solución: el problema no está en la incardinación de Catalunya en España sino en una visión de España que hasta hace poco yo calificaba de «castellana», pero que ahora ya ni eso: es una España amargada que se recrea en sus propios jugos gástricos y que va hacia su autodestrucción.

    Yo, que siempre he creído -y sigo creyendo, pese a todo- en un proyecto español -con Catalunya en él, aunque no existe para ello, necesariamente, una fórmula unívoca- estoy asustado de la agresividad con que se ataca no al catalanismo, sino a la catalanidad misma, y cómo se atizan sobre esta base las más bajas pasiones de la frustración y de la ruina económica.

    Los catalanes que creemos en España las estamos pasando muy putas. Y me pregunto si habrá españoles fuera de Catalunya que crean en ella.

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  2. Los partidos de ámbito estatal y determinados y muy desagradables medios de comunicación están fabricando independentistas en cantidades industriales. Xavier, abogas por la construcción de una España civilizada y respetuosa. Yo ya empiezo a darme por vencido.

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  3. Me alineo con Pujol: yo tampoco era independentista cuando, por motivos de adolescencia, "tocaba" serlo, pero al igual que el President no tengo motivos para no defender esta causa. Ya hace años que ningún partido plantea un proyecto español como el que dices, luego el independentismo no es un "virus", como ha dicho el Sr. Cañas de Ciudadanos, sino los anticuerpos que generamos contra el odio xenófobo (y suena fuerte, pero es así) que hay actualmente contra Catalunya.

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