domingo, 22 de mayo de 2011

El día después


Tarde, quizás, pero oportuno para inportunar a los politiquillos, nos ha florecido de un día para otro algo que ningún partido ha sabido encajar pero al que todos, como acostumbran a hacer miserablemente a la que aparece un grupo de más de cuatro parias, han intentado arrimárseles. Curioso que en todas las siglas les comprenden y les dan apoyo (¡incluso en el Gobierno!), aunque no hubieran sabido ni prever ni evitar la situación actual. Nada, no os partiremos la frente con los antidisturbios (aunque la Junta Electoral lo autorice) porque somos así de guays i enrollados. Y es que ya se tardaba en decir basta al partidismo, a los rifirrafes sin fondo ni interés para nadie, a la corrupción y, creo y por encima de todo, al diletantismo. Porque incluso cuando a nuestros líderes visionarios les da por intentar hacer política y algo serio por el país, no tienen la más remota idea y parece que lo hagan mal adrede. Cagada tras cagada. ¿Para qué tanto asesor y tanto informe y tanta mandanga si cuando se proponen hacer algo de calado es una metida de gamba tras otra?


Pero ¡ay!, que en buena hora llegamos a quejarnos. Mañana se acabó. Es el inicio del final, aún otro despertar más, otra vez a leñazos, a la realidad que nos embarga desde hace ya tiempo: que no hay pasta, ni de donde sacarla, ni capacidad para endeudarse, ni paciencia en Alemania, ni mucho menos misericordia para los que íbamos de chulito dando lecciones por el mundo cuando parecía que la tochana sería eterna, que para burbujas las pompas de jabón y que si milagros patrios y leches. Nada, se acabó lo que se daba, campi qui pugui, que cada palo aguante su vela. Y entonces, ¿qué? Pues nada, a partir del día después, mañana mismo, señores, que no es un futuro hipotético aunque imperfecto, que es ya: la mierda empezará a salir a borbotones. De todos lados, de debajo de la inmensa alfombra que se ha ido tejiendo a base de polideportivos para pueblos de cabras, piscinas en villorrios de cuatro críos o, en una escala más amplia, trenes rapidísimos pero con vagones vacíos o aeropuertos que no esperan aviones. No importa a quién salpique la roña, porque total, lo acabaremos limpiando los de siempre. Ya culparán al otro partido, malo malísimo y se lamentarán de lo mal que estamos. Y de la abstención, que también parece que les consterna mucho.


Tomad nota, acampados de buena fe, asamblearios improvisados y gente harta en general: España necesita ya hacer política como en Islandia, votando el pueblo ley a ley, pateando el culo a quien lo merece y que es mucha gente, antes de acabar, precisamente, con las cuentas hundidas y las rodillas al suelo como en ese gélido país.


Albert

domingo, 3 de abril de 2011

Lo que dura una mentira

No sé si fue Abraham Lincoln o J.F. Kennedy que era posible engañar a poca gente durante mucho tiempo y a mucha gente durante poco tiempo, pero que era imposible engañar a mucha gente durante mucho tiempo. Luego tenemos excepciones, como el nazismo, que engañó a mucha gente durante casi doce años, que no está mal (aunque habría que ver si el pueblo alemán no quería ser engañado, pero ésa es otra historia).


Iceta i Nadal, por descontado, no son la pura maldad que fueron los carniceros germanos, pero me temo que tampoco la mitad de inteligentes que ellos, y ni mentira larga ni corta, ni a mucha ni a poc gente, simplemente hacer el ridículo: salir en tromba contra Mas-Colell, un hombre que ya hace muchos años que tiene pagada la factura de la luz, acusándole de mentir al declarar que el gobierno de Madrid pide el doble de reducción del déficit de Catalunya ya no es mentir, es declararse imbécil oficial (aunque sin derecho a coche). Y hete aquí que, cómo no, hoy mismo La Vanguardia publica la carta remitida al conseller desde el “Misterio” de Economía (pues ya me diréis cómo se reduce de un plumazo el déficit de un país que ha tijereteado hasta las alfombras del Parlament), en donde además de confirmar las palabras del catedrático, de paso da una sonora colleja al gobierno anterior de la Generalitat, los desechos del cual, dicho sea de paso, ejercen algo así como de oposición (en el interín antes de ser pateados de un buen número de ayuntamientos) exigiendo cumplir con el rigor presupuestario teutónico y denunciando a la Generalitat, a la vez, por los recortes sociales que dichas medidas conllevarán. Bravo.


Llegados a este punto, sin desenroque posible, sin capacidad real de España para negociar nada (ni fondos de compensación ni leches, que Merkel no quiere que se desvíe un solo céntimo del maltrecho presupuesto cañí o nos vamos todos al abismo), llega el punto de la independencia. Ya lo repite Pujol hasta el hastío: no le quedan argumentos para desaconsejarla. El propio President Mas vota a favor de ella, al igual que pesos pesados como Puig y Pujol hijo. Curioso sería, y de verdad me gustaría, que al final la historia se repitiera y este viejo artículo mío se reproduciera en el siglo XXI. Así lo expondré en una carta al President: no se puede más que convocar elecciones y, por coherencia dado su voto para el 10-A, canviar el programa de Convergència (vemos que el de Unió va a ser que no), punto único: declaración de la independencia.


No me queda más que una conclusión: si alguien con más luces que yo puede decirme y darme motivos para seguir encadenados al bloque de cemento (y nunca mejor dicho, que somos unos tochanas) que es España, de verdad le pido, casi me atrevo a exigirle, que me exponga sus argumentos. Y felicitar al Madrid del partido que sea: nunca soñaron fabricar a tantos independentistas en tan poco tiempo.


Albert

domingo, 13 de febrero de 2011

Lo que de verdad importa

Es sorprendente por increíble: el PSC asume que pierde Barcelona. Bueno, en realidad eso sería un acto de lucidez, que por una vez en la vida política del país no estaría mal, de modo que convendría decir mejor que el PSC regala la alcaldía de Barcelona.


Siempre hay espacio para seguir sorprendiéndose, pero, ¿es que realmente piensan que hay algún ciudadano interesado en sus rifirafes internos? Nos presentan dos candidatos que ni son candidatos ni son presentables: uno, el actual alcalde gritón, carente del menor atisbo de carisma ni ideas propias. Para no tener no tiene ni el apoyo de su propio partido, aunque es cierto que la falta de apoyo básicamente es de José Montilla, cosa que en un partido de funcionamiento interno al estilo estalinista es estar literalmente en bolas. Y la otra, despojo de política autonómica sin perrito que le ladre parece que estar la mesa del Parlament le sabe a poco y se presenta a alcaldesa… ¡de una ciudad en la que no vive! Primero le echa morro y se recalcitra: ni vive ni piensa vivir. Luego sus asesores dicen haberle alquilado un piso. Pues como si es un picadero, un piso patera o la habitación de un meublé: la creadora de la (estúpida) expresión “tolerancia cero”, con “credibilidad cero”. Para ende el debate y la exposición de sus “posturas” (y digo posturas porque no se le pueden llamar ni programa, puesto que su actual y único objetivo es derrocar internamente a su, digamos ex-colega, Jordi Hereu) ¡se hace a puerta cerrada! O sea que para los amiguetes que la quieran escuchar, no fuese que alguien aireara sus brillantes ideas. Pues no se ha espabilado ni nada desde que dejó Mollet en lágrimas para ser consellera (en un episodio de imágenes patéticas y esperpénticas: ¡ni que la hubiesen llamado a filas! Podía ahorrarse la lagrimilla y el moco: si tanto le dolía se quedaba en su ayuntamiento y santas pascuas).


Cuando leo en algunos lares valoraciones positivas del tripartito y alguno de sus elementos me pongo de franco mal humor. Montserrat Tura es una de las bien valoradas, imagino que por el parco mérito de no haber generado polémicas ni, básicamente, haberla liado parda como acostumbraba a hacer el resto de elenco de aquel vodevil llamado tripartito. Pero en cuanto se considera que Ernest Maragall también fue un buen conseller (sí, el jefecillo de Ensenyament −Educació que le llamaban, que los chicos no se andaban con chiquitas y apuntaban alto−, que tuvo el inmenso mérito de haberse puesto en contra a maestros de la pública, de la concertada, familias, inspectores y la madre que los parió), entonces ya es un cachondeo. En fin, luego aún figuran que se sorprenden (mientras se pegan un hartón de reír, imagino) por aquello de la desafección política. En estas elecciones locales de Barcelona, los votos que gane el PSC (tanto si tienen a Hereu como a Tura en el cartel, que tanto monta) verdaderamente serán de gente que ni sigue ni le interesa la política…


Albert

domingo, 12 de diciembre de 2010

Enemigos de España


Pasó bastante inadvertido, entre caos aéreo (bueno, caos, caos… en realidad precisamente el espacio aéreo se encontraba digamos que bastante despejado…) y el runrún constante de fondo de la crisis, y aún así me llamaron mucho la atención las declaracions del señor Bono, eminente y reconocido nacionalista (español). En la recepción del día de la Constitución, señaló como “enemigos de España” a los independentistas (“separatistas”, acostumbran a llamarnos, quizá porque la independencia evoque luchas coloniales y un proceso más heroico, como si “separarse” fuese cosa más fácil).


Imagino que después del Rey y del Presidente del Gobierno, el Presidente del Parlamento español debe ser la tercera figura institucional de más importancia del país, motivo por el cual su afirmación (aunque se entienda en un contexto muy concreto y sin que las intenciones vayan a más) me resulta especialmente preocupante. Ser “separatista” es considerado, por uno de los cargos institucionales de mayor rango del país, ser enemigo de España. En fin, a los enemigos de un estado hasta hace no demasiado se los fusilaba sin más. ¿Soy un enemigo de España? ¿Seremos investigados por actividades contra el interés patrio todos los independentistas?


La anécdota no da más de sí y no ha seguido un hilo de contradeclaraciones ni más intenciones que la de hacer un discurso bonito bajo el paraguas inmaculado de la Constitución. Con todo, es muy significativo de parte de esa conciencia española, “conmigo o contra mí”, que ve amenazas y enemigos en todo aquel que no piense igual, lo cual por otro lado me parece lógico, pero… ¿enemigos? ¿Expresiones de este calado son para animar a ilegalizar los partidos democráticos y pacíficos que proponen la independencia de Catalunya? Ahora que el gobierno le coge el gustillo y le puede subir unas decimitas en las encuestas el manu militari exhibido últimamente, ¿también movilizarían al ejército en un supósito rupturista? ¿Son sólo ganas, soñar en voz alta? ¿No se ha ahondado en el tema porque hay otras prioridades mucho más evidentes actualmente? Crisis querida, qué bien nos vas…


Albert

domingo, 5 de diciembre de 2010

De secuestradores suicidas

Y no hablamos de chechenos


Es el notición de este puente y no es que esté ya sobrecomentado, sino que quizá no hay otra noticia en las españas: el secuestro masivo de miles de personas por parte de los controladores aéreos.


Como no quiero añadirme sin más al “leña al mono” y al linchamiento popular que ya está puesto en marcha y seguir, de algún modo, el propósito moderado iniciático de este blog, propongo ya sólo empezar la lectura de dos contrapuntos. El primero, del siempre lúcido portal El Incordio, donde me parece angustiante, como brillantemente se expone, la terrible pérdida de calidad democrática que viene sufriendo occidente de un tiempo a esta parte. El segundo, el propio blog de una controladora aérea, que aun resultando francamente antipática y exagerar notoriamente sus argumentos, también es sano darle una ojeada.


Primero la apología. Por más que las condiciones laborales de este colectivo nos parezcan abusivas o un chantaje a los distintos gobiernos de todo pelaje que ha tenido España, un convenio es (o debería ser) un convenio: un acuerdo entre partes que lógicamente se pretende cumplir. Alterar alguno de sus puntos supone indefectiblemente una negociación entre los dos bandos y las condiciones a las cuales se llegue debería ser ley. ¿Qué hace el gobierno? Pues algo tan sencillo (y tan grave) como atentar contra la seguridad jurídica, esa nebulosa que suena tan bien y que es, ni más ni menos, el último bastión de toda sociedad civilizada. Es decir, podemos tener políticos idiotas y/o corruptos, instituciones decadentes, un paro del mil por cien o un PIB negativo, pero la garantía de la seguridad jurídica es lo que genera confianza, ese valor que tanto escasea en estos tiempos por la Península Ibérica. Pues venga, a dinamitar la confianza movilizando al ejército, que queda muy estadista, muy “no me tiembla el pulso”, muy “he estado a la altura y he hecho lo que tenía que hacer”. Si le sumamos un gobierno que funciona a golpe de estadísticas de popularidad (o a golpes de trancazos de la Merkel y el Directorio Europeo, pero eso es otra historia) y una sociedad que en este momento sería capaz de reunir quinientas mil firmas para enviar a los dos mil controladores aéreos a Guantánamo y que no volviesen, ZP estará que le arden las manos de tanto frotárselas: igual sube algunas decimitas en las encuestas de diciembre y todo.


Y ahora la refutación, que me resulta fácil: nunca podrán despertarme simpatía los imbéciles; el ser idiota, cretino y tonto de remate jamás conseguirá solidarizarme con nadie. ¿Qué demonios esperaban? ¿Una avalancha solidaria? ¿Cómo se puede ser tan estúpido (o creído, o endiosado, a saber) para retener a más de doscientas mil personas en un aeropuerto y que el hecho pase “inadvertido”? El suyo ha sido un acto tan estúpido como delictivo y otra triste prueba que en este país, si puedes joder a cuanta más gente mejor, el éxito del chantaje está asegurado. Les han volado el convenio, fatal. Pero también se han pasado por el forro del escaño el convenio de los maestros de la concertada, por ejemplo, que no tenemos los privilegios de los funcionarios (cosa que me parece perfectamente lógica, no hemos pasado ninguna oposición y somos libres de intentarlo) pero nos ha tocado pringar con los inconvenientes siendo nuestro sueldo recortado igualmente (cosa que ya no me parece tan justa). Se propuso un cierre patronal en Septiembre y se desestimó… ¡por responsabilidad y solidaridad a quienes viven peor la crisis! Los controladores ni solidaridad, ni sentido de realidad de las cosas (supongo que con su sueldo, sea el que sea, lo de la crisis les debe sonar a arameo), ni sensibilidad, ni el menor atisbo de inteligencia.


Ahora todo son lloros. Que si ha venido el ejército armado (¿y cómo pretendían que se presentara el ejército? ¿Con un ramito de rosas sociatas?), que si son unos incomprendidos, que si los medios les han demonizado, que si su versión no llega a la gente, que si el gobierno les ha engañado (¡ja, ja, ja! ¡Menuda novedad!), y todos los etcéteras. Si los echan a todos a la calle en bloque (factible: muchos controladores europeos se han ofrecido a trabajar en España) nadie dirá ni pío, más aún cuando no les representa ni CC.OO. ni UGT (¿para qué contratar a organizaciones con prácticas mafiosas cuando tú mismo puedes hacer dichas prácticas?). Pues mala previsión, amigos. Es lo que pasa cuando los miembros de un colectivo deciden ser secuestradores suicidas.


Albert


P.D.: verano de 2006, señor Montilla Ministro de Industria, Comercio y Turimso, trabajadores del handling de Iberia ocupan las pista del Prat, miles de usuarios atrapados en esa inmensa ratonera. ¿Desalojo de pistas? ¿Ejército? ¿Linchamiento moral? Nada. ¿Por qué eran mileuristas o al final resultará que es Catalunya quien is different…?

domingo, 7 de noviembre de 2010

Hundiendo a Catalunya

a golpe de bonos basura


Bueno, basura lo que se dice basura no lo son exactamente, al menos para quienes se han apresurado a su oficina habitual para suscribirlos. No dudo que dentro de poco más de un año la Generalitat pagará hasta el última céntimo de la deuda contraída, aunque sea a costa de vender más papel (que ya me veo emitiendo bonos para pagar bonos), los cuales dicho sea de paso no son para realizar grandes infraestructuras o acometer reformas y planes serios para salir de ésta, sino para pagar nóminas y evitar la lógica rebelión de los asalariados públicos. Desde luego, pues, serán basura para la ya suficientemente maltrecha economía catalana.


Siempre que me defendían a Solbes o a Castells por su supuesto “prestigio” me indignaba, incluso cuando las cosas parecían ir bien. Un señor que niegue la evidencia que se masca la tragedia (como hizo reiteradamente el ministro Pedro Solbes, siguiendo las directrices de un remozado “España va bien” aznariano, ahora con la sonrisa de ZP) en un momento en que el más tonto ya se veía las barbas remojadas y cortadas al cero, o es un solemne incompetente (luego de prestigio ni una pizca) o es un delincuente de estado. Sí, aunque suene a calificativo interecónomo, porque jugar con tamaña frivolidad, estulticia y falta total de sentido ya ni de estado sino de la más simple realidad de las cosas sólo merece una dimisión irrevocable o cárcel por atentado a la economía pública y al bolsillo ajeno. Aunque en un país como este de mandarines mequetrefes (con perdón de los chinos), las dimisiones, a la par que las dignidades, más bien escasean.


Castells en la misma senda. Ni prestigio ni leches: la única salida digna que tenía era la dimisión, que no se le ha presentado en pocas ocasiones. Nada de nada, lo máximo que tenemos ha sido el amago patético de Ernest Maragall, que quedó en un tirón de orejas de Montilla y una rectificación que me produjo vergüenza ajena, y más aún siendo el Conseller una persona que ya rebasa la edad de jubilación (¿para qué seguir, señor Ernest? ¿No ha cotizado suficientes años para la jubilación?). Luego Castells tozudo, don erre que erre, situando su “prestigio” al lado de los bonos emitidos, en la más ponzoñosa basura.


¿Por qué tanta rabia contra los famosos bonos? Un primer argumento a bote pronto es la de millones que se han gastado simplemente en promoverlos: en televisión y en periódicos (¡días y días, a toda página impar y en color!). ¿Era necesario? ¿Anunciarlo en el Telenotícies y que lo publicasen los diferentes medios como noticia no tenía el suficiente eco? En segundo lugar, por su precio exorbitado. No es el 4,75% famoso (casi un 3% más que los bonos del estado español), que podía haberse quedado en un 3 o 3,5% y del mismo modo los hubiesen colocado todos tan ricamante, sino el flagrante 3% que se llevan la cajas intermediarias. Un 3%... ¡por no hacer absolutamente nada! Colocar un producto que se vende solo. Lógicamente, este 3% es para compensar la fuerte competencia que les suponen los bonos, a años luz de la rentabilidad media de cualquier depósito. Cuantiosa compensación, exagerada, tremenda, abusiva, a 7,75% sale la broma. Vamos a rebentarlo todo. Ni huida adelante ni historias, pasemos directamente al suicidio colectivo. ¿Dónde está la cicuta? Felicidades, han escenificado más vivamente y con mayor nitidez que los pastorets de Corbera la metáfora del “por lo que me queda dentro…”.


Hoy mismo en el suplemento “Dinero” de La Vanguardia lo analizan varios expertos. Todos coinciden en que los dichosos bonos llegan tarde, resultan excesivamente caros y encima se hubiesen podido colocar mejor (directamente a través de internet o mediante subhasta, procedimiento mucho menos costoso y habitual en el Tesoro Público español). Ante tanta incompetencia y mal hacer, realmente sólo nos queda lo siguiente. En primer lugar, compadecernos de Mas. ¡Pobre Artur, el marronazo que te encontrarás cuando accedas a la presidencia! ¡La de medidas impopulares y malabarismos varios que tendrás que hacer para no tener que cerrar definitivamente la barraca! En segundo, malpensar. ¿Hay intereses ocultos? ¿Presiones de entidades bancarias? ¿Deudas de favores? Porque digo yo que con tanto asesor, tanto secretario y tantos informes imbéciles repletos de faltas a doce mil euritos la pieza, alguien con cerebro habrá en la Conselleria d’Economia. ¿De veras que a nadie se le ocurrieron las alternativas que exponen varias firmas en el suplemento de La Vanguardia de hoy del que he hablado? Hacer las cosas tan MAL sólo puede dar que malpensar o finalmente, tercera posibilidad, confirmar una vez más la completa inoperancia, incompetencia y masiva incapacidad del gobierno que nos ha tocado sufrir durante siete años. Luego dirán que toda la culpa es de Pujol.


Albert

domingo, 31 de octubre de 2010

De la Libertad Lingüística, ¡en mayúsculas, hombre!

siempre y cuando sea para hablar en castellano, claro


Es sorprendente la facilidad que se tiene en este país para crear ciudadanos de segunda. De hecho, es sorprendente la facilidad que tiene el Partido Popular de ser, precisamente y de manera sistemática, “impopular” contra todo aquel que tenga algún mínimo sentido de catalanidad. Sus votos no irán hacia su saca, probablemente pensarán. Deben olvidar que a la Moncloa no se acostumbra a llegar de rebote y por atajos, con todas las excepciones y chiripas zapateriles que se quieran. Y aún así, estos atajos, de haberlos, siempre pasan por Catalunya. Deben pensar que atacar esta catalanidad les hace más españoles, pero no más justos, ni desde luego mejores servidores de los intereses de los catalanes a quienes quieren representar.


Desde luego que emplazar al TSJC a derogar los usos lingüísticos de ayuntamientos y diputaciones es un bofetón en toda la cara y a plena luz del sol. Diría más, un insulto con cruel sorna: ¡se amparan en el nuevo Estatut! Estatut que, tal y como lo dejaron, nadie votó. Tal vez sea una pataleta por la prohibición de los toros, prohibición que no tenía, en su origen, nada que ver con nacionalismos, aunque la deriva fuera inevitable. Con todo, más allá de la increíble y solemnemente estúpida frivolidad de la señora Sánchez-Camacho (asegurar que únicamente pactará con quien esté dispuesto a volver a legalizar los toros, sin duda la gran prioridad del país y un tema que no deja dormir a la mayoría de sus ciudadanos), esta resolución es un ataque directo y frontal a buena parte de la población catalana. Es la insistencia habitual del PP: ¡nos perdonan la vida! El catalán pase, pero en casa y en la intimidad, no sea que se nos contagien los buenos españoles que tienen la mala suerte de convivir con nosotros y nuestro trillado nazionalismo .


La actitud xenófoba que parte de España tiene con Catalunya la tenemos pues en nuestra propia casa. No es ya el hecho fehaciente que si vamos a cualquier establecimiento público (especialmente en bares y restaurantes) las probabilidades de ser atendidos en catalán se evaporan como un soufflé maragalliano, sino que ahora encima la administración local y autonómica podrá atendernos como al funcionario de turno le pase por la barretina o por la boina, según el caso. “Hombre, pudiendo hablar en castellano…”. Sí, qué manía de hablar en catalán. Si es que lo hacemos por fastidiar, está claro.


Duelen además, algunas actitudes. La del presidente del TSJC, señor Miguel Ángel Gimeno: recurran. No desacaten la ley, que estaría muy feo. Recurran y quizá en cinco años resolvemos (otro tema: para la sentencia del Estaut una eternidad. Para patear la lengua (catalana)… ¿apenas unas semanas?). La del propio President Pujol: derrota total. Campi qui pugui y a defenderse hablando siempre en catalán. “¡A las barricadas!”. ¿A las barricadas o a los botes?


Lo más irónicamente surrealista es la guindilla que nos la pone el Vaticano. Recortados nuestros constantemente amenazados derechos lingüísticos, Roma, por muchos años con orejas exclusivas para Rouco y su pléyade de torquemadas, organiza la visita papal con una misa en exquisito equilibrio trilingüe catalán, castellano y latín. En Madrid se han mostrado “sorprendidos”. ¿Cómo no se van a sorprender si hacen y han hecho siempre con los catalanes lo que les da la real gana? Pues vino Superbenedicto, bastante mejor informado que su antecesor (y de nuevo cada vez cayéndome mejor), a meterles la lengua allí en donde se sientan (la lengua bucal, se entiende). Bien por Ratzinger.


Seamos moderados. Seamos optimistas. Seamos positivos. Un apretón más de tuercas de España. Un paso más (o menos) hacia la independencia.


Albert